Un hermoso y divertido proyecto acaba de dar sus frutos de la mano de Alessandra Ribeyro y Raúl Cenzano de Paste 101. Hace varios años están metidos en el mundo dulce, pero con una mirada diferente, aquella que busca, valora y protege el producto y al mismo tiempo se empeña en una propuesta que revierta a favor de la comunidad.

Así es como llevaron sus ideas al Ministerio de la Producción bajo el paraguas de Startup Perú, entidad que busca promover el surgimiento y consolidación de empresas que ofrezcan productos novedosos y servicios innovadores. Y ganaron.

La ruta de la pastelería sostenible se hizo realidad y la presentan ahora en el formato de postales interactivos que llevan la foto del pastel preparado e información alusiva y complementaria al proyecto.

Ale y Raúl y su equipo trabajaron en Mayush, un pueblito del distrito de Carhuapampa, provincia de Ocros, departamento de Ancash que, debido a sus condiciones ecológicas favorables, permite que las familias se dediquen exclusivamente a la fruticultura. Sabemos que los monocultivos producen grandes volúmenes de una sola especie, esta producción en escala reduce costos y asegura la atención de la demanda nacional e internacional.

Sin embargo, aunque rentable, el monocultivo resulta contradictorio para un país que tiene su enorme biodiversidad como una sus principales ventajas competitivas. El monocultivo tiene grave impacto ambiental y favorece el reemplazo de especie nativas por variedades comerciales de mayor demanda.

Como resultado de este trabajo se determinó el potencial de sus productores para ser incorporados dentro de una cadena de valor con enfoque de bionegocio. Asimismo les permite identificar cultivos nativos dentro de la zona de estudio y aprovecharlos en actividades de transformación comercial.

Los pasteleros a través de su Escuela de Pastelería Paste 101 incentivan a sus alumnos a valorar la importancia de la sostenibilidad en el mundo de la gastronomía.

Fuente: http://mariaelenacornejo.com