Por Pablo Echeandía Vanderghem
Coaching y Talento - Perú
Michael Gelb describe en su libro “Inteligencia Genial”, 7 principios precisamente para desarrollarla, inspirándose en las características que Leonardo Da Vinci demostró en su vida y obra. Si los imitamos constantemente, se desarrollará y fortalecerá la capacidad para pensar en forma no tradicional, no lineal, lo cual permitirá un manejo más inteligente de nuestras empresas, en épocas de incertidumbre.
1) La práctica de la curiosidad: es decir, aquella incesante búsqueda por descubrir y aprender.
2) Basarse en la demostración de las cosas: es decir, no solo quedarnos con la teoría sino mas bien ponerla en práctica para saber si funciona y cómo.
3) Estimulación de las sensaciones: el refinamiento de los sentidos como la vista, el olfato, el oído, el tacto y el gusto representan poderosos medios para enriquecer nuestra experiencia.
4) Aprender a “hacerse humo”, adquirir la capacidad para aceptar la ambigüedad, saber que en la vida no todo es blanco o negro, aceptar que somos seres contradictorios pero también inmensamente capaces.
5) El equilibrio entre el arte y ciencia: aprender a no quedarnos atrapados en la lógica, pero tampoco en la imaginación. Como empresarios debemos aprender que la paradoja de ser “lógicos o imaginativos” no es buena, el equilibrio es la clave.
6) La corporalidad: este principio tiene que ver con la atención que le ponemos a nuestro cuerpo, a la ejercitación, a nuestra alimentación, a estar atentos y conscientes de nuestras costumbres y hábitos. No basta con tener un cerebro ágil y bien entrenado, un cuerpo sano será el mejor escenario para que se fortalezcan las habilidades mentales.
7) Las conexiones: ser conscientes de que todo se relaciona, nuestras decisiones alteran o modifican escenarios que a veces no tomamos en cuenta; hay que estar atento a esas conexiones, observar diferencias, similitudes, intentar ver lo que otros no ven.
Hoy en día la práctica del pensamiento estratégico se ha vuelto una necesidad dentro del paquete de habilidades que debería tener el empresario. Para desarrollarlo podemos incorporar en nuestras acciones y análisis cotidianos, los sencillos pero formidables principios que aplicó Leonardo Da Vinci.
De hacerlo, quizá más temprano que tarde nos sorprendamos gratamente por las decisiones y propuestas de soluciones que nuestro cerebro producirá naturalmente.